El primero no es más que el propio canto.
Y el segundo la piedra, también canto.
Por el tercero pasaré de canto
Para cerrar el cuarto a cal y canto.
Es justo que del quinto por el canto
De un duro llegue al sexto. Y con un canto
Mis dientes puliré, si en otro canto
De pan, digo de paz, culmina el canto.
Lo difícil comienza en este canto
Del terceto primero en el que canto
Que es difícil ponerle un canto al canto.
Mas llegaré al final si con un canto
Rodado logro darle en pleno canto
Del cisne al cisne: Así. Soneto al canto.
El primero no es más que el propio canto.
Y el segundo la piedra, también canto.
Por el tercero pasaré de canto
Para cerrar el cuarto a cal y canto.
Es justo que del quinto por el canto
De un duro llegue al sexto. Y con un canto
Mis dientes puliré, si en otro canto
De pan, digo de paz, culmina el canto.
Lo difícil comienza en este canto
Del terceto primero en el que canto
Que es difícil ponerle un canto al canto.
Mas llegaré al final si con un canto
Rodado logro darle en pleno canto
Del cisne al cisne: Así. Soneto al canto.
Alejandra Vargas Saucedo
Un soneto me manda hacer Violante;
en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto,
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando,
y aún parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce y ya está hecho
Un soneto me manda hacer Violante;
en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto,
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando,
y aún parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce y ya está hecho
Aatzin Pedrero Pérez
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;
apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.
¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?
No escribas versos más, por vida mía;
aunque esto describas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.
Mauricio Sánchez Muñoz

Es quizás bien sobria y sencilla
Hay solo una cama y una silla
Pero es grande como un sillón
Este cuarto mola mogollón
Hay una pequeña mesilla
En aquella gran esquinilla
Que es tan oscura como el marrón
Este es mi pequeño gran cuarto
En el que yo hago mis deberes
De los cuales yo siempre me harto
Los deberes terminaré pero no esperes
Que te los enseñe porque me voy con Barto
Eso para que te enteres
Si de alguna taberna en los tapices
visteis al Cid sin calza o pedorrera,
si al moro Abindarráez de Antequera
sin marlota, turbante ni terlices;
si visteis a Catón con más narices
colgado de un figón en la espetera,
visteis, Cintia, la efigie verdadera
de mi cara, colores y matices.
Demás desto, soy tonto un tanto cuanto
y tan puerco, que puedo ser poeta;
y hay, con todo esto, quien por mí se muere.
De insulso, a nadie quiero, sin ser santo;
siendo yo tal, juzgad como discreta
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